El diccionario describe el término "razón" del latín "ratĭo", -"ōnis", como la facultad de discurrir. Esto es inferir, conjeturar el entendimiento. Así mismo, se define "entendimiento" como " "Potencia del alma, en virtud de la cual concibe las cosas, las compara, las juzga, e induce y deduce otras de las que ya conoce.". Así pues, el acto de razonar es una ilusión, un proceso sujeto a un mecanismo sin respuesta.
El entendimiento absoluto no existe, por lo tanto la racionalidad es irrelevante, intrascendente, carece de sentido existencial. Es un mero entretenimiento del hombre moderno para situarse por encima del absurdo, de la Nada, y así dominarlo, huir de lo que no entendemos mediante su lucha. El ser racional es la ilusión de nuestros tiempos, la quimera equivalente a la piruleta que se le da al niño pequeño intentando que no patalee contra el suelo. Es imposible, inalcanzable; no existe tal ser racional puesto que la racionalidad está sujeta intrínsecamente a la subjetividad. El entendimiento es una ilusión a la mente humana, no existe, por lo tanto el proceso de razonar, esto es, la mente racional, es totalmente inútil. Es bien sabido que el cerebro humano tiende a clasificar, ordenamos el caos porque no lo entendemos; esa es nuestra lucha contra el absurdo, la lucha más insignificante, y paradójicamente absurda en sí misma; ¡Caemos en el absurdo intentando vencerlo! Así pues, ¡Todo es posible! ¡El absurdo es la única salida!